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domingo, 10 de enero de 2010

EL QUÉ DIRAN, UNA RESTRICCIÓN MENTAL



El “Dicen...” de cada día, una grave restricción mental…

Cada vez que oigo a una persona iniciar su conversación con “dicen” o cuando leo un párrafo que empieza con “dicen” y luego describen un rumor sobre una situación, una familia, persona o una organización, solo pienso en la falta de sinceridad, valentía o mala intención de sus aportaciones… Mejor sería decir valientemente: yo creo, opino o he comprobado... Esconderse en el “dicen” debiera cuestionarse éticamente como forma de hablar entre gente razonable… Si se fijan, el Papa, el presidente de Estados Unidos o los cancilleres de los países del primer mundo y la gente seria no utilizan esta expresión y cuando preguntan o hablan, explican lo que quieren decir.

Hay ciudades donde el “dicen” es un mal hábito viejo y en esa relación se siente el retraso conceptual sobre la realidad…
Lástima, porque pierden tiempo y lo hacen perder a otros con interpretaciones propias y exageradas de cualquier acontecimiento, concluyendo erróneamente que las cosas son como “dicen” en lugar de preocuparse por averiguar cómo verdaderamente son…

Escuchando entrevistadores en la radio y la televisión y leyendo opiniones en varias páginas web, muchas empiezan con “dicen” y al leer su contenido se da uno cuenta, de que lo que “dicen”, son opiniones sueltas que asumen como ciertas por sentirse dueños de la verdad con su resoluto “dicen” como único argumento. ¿Saben cuantas cosas no hace la gente por el temor al “dicen”? ¡Pues muchas de las que falta por hacer!…

Sócrates nos heredó su “Triple filtro” que consiste en frenar los “dicen”, haciendo a quienes pretenden contarnos cosas de otros, estas tres preguntas:
1. ¿Estás seguro de lo que me vas decir?
2. ¿Lo que me vas a decir es algo bueno de la persona?
3. ¿Me será útil saberlo?... ¡Si la respuesta a una de estas tres preguntas es “no”, mejor no me lo digas!

Las preguntas de la “Prueba Cuádruple” que aprendí en Rotary Internacional también son un excelente filtro:
1. ¿Es la Verdad?
2. ¿Es equitativo para todos los interesados?
3. ¿Creará buena voluntad y mejores amistades?
4. ¿Será beneficioso para todos los interesados?...
Si no es así: ¡ni lo pienses, ni lo digas, ni lo hagas!…

¿Cómo se progresa y se convive mejor? Participando en la sociedad aportando ideas y trabajo en beneficio común o yendo de casa en casa, de reunión en reunión o de pagina web en página web opinando con el maldito “dicen”… Si aplican estos filtros y piensan solo “diez segundos” antes de "desembuchar" un “dicen”, prevalecerá el respeto y la prudencia frente al irrespeto, la imprudencia y la calumnia…

También las normas internacionales de gestión de la calidad ISO 9000, implantadas en más de un millón de empresas en todo el mundo, requieren un sistema de comunicación con datos ciertos y contrastables para la toma de decisiones y descartan tajantemente las opiniones basadas en el “dicen” como elemento válido de información…

Hablando sobre este hábito con varios amigos, al final me dieron la razón, advirtiéndome, que los “dicen” abren la imaginación y a la gente le gustan, aunque saben que propagándolos calumnian y disfaman.
Pero también concluimos, que quienes propagan los “dicen” como los cangrejos, andan con los ojos “salidos” pero hacia atrás, y lo peor, frenan que otros por temor al “dicen” caminen hacia adelante..-

Más valdría participar con seriedad en el desarrollo social de la ciudad, que buscar y propagar cada día por doquier el último “dicen”.

¡La buena comunicación es vital para el desarrollo de un pueblo, la mala comunicación perjudicial y termina actuando como restricción mental!
Muy cordialmente,
Pedro Roque